(Esto es opinión, por si hace falta aclararlo)
Ahora la política terminará con la diversión. Aliada con un grupo de padres bobos que no sabe cómo manejar a sus propios hijos, la clase política que vive del Estado lo usará esta vez para perseguir a chicos y muchachas que quieren vivir de diferente que sus padres, unos reverendos fracasados como miembros de la sociedad.
Desde el jueves habrá “medidas”, como denominan los políticos a las prohibiciones de lo que no entienden, restrictivas de las actividades nocturnas. El mismo Estado que condenó a miles a morirse de hambre porque no pueden pagar la comida para que la clase política –“son los representantes del pueblo”, dice el libro de Cívica que ellos me hicieron leer en la primaria. ¿Quién va a creer en semejante mentira?- y sus mandantes reales pudieran ganar muchísimo, se va a hacer cargo de la diversión de la gente.
Desde el jueves entrará en vigencia en Mendoza la denominada ley de boliches. Una norma mal parida, ideada por un puñado de idiotas e instrumentada por otro puñado de mentirosos. Padres desesperados por las consecuencias de su impericia para criar hijos que son utilizados como instrumento de la clase política para echar mano sobre el gran negocio de la noche.
La ley determina que los boliches abrirán sus puertas a las 23, el ingreso estará habilitado hasta las 2,30 y el expendio de alcohol cesará a las 4,30. A las 5,30 “se van todos a dormir”, según la ley. Una más para violar. Un nicho más para coimear, que se activará o no dependiendo de la decencia de los funcionarios. “Dice la policía que está prohibida pero sin droga el mundo ya no camina”, aprendí en la tribuna del Bautista Gargantini antes de saber de qué hablaban los caudillos.
Las estadísticas posteriores le dieron la razón a la tribuna, mucho más cerca de la realidad que mis maestras de historia. La ley dice que la droga está prohibida y miles desde todos los rincones se ríen de la ley mientras queman yerba triturada, envuelta en camisa de seda seda. El consumo de drogas creció varias veces durante la década del 90’, mientras se iba incrementando la persecución a los consumidores. Creció también el crimen, los muertos y el precio.
A la noche de los chicos se le viene la noche. Incremento de la clandestinidad y la marginalidad, con la carga de violencia que eso implica. Se agrandará la noche “negra”, el jet set de mendocino tendrá sus lugares post boliche mientras la clase media seguramente será la que más temprano regrese, por falta de recursos no por desgano. Y se abrirán un montón de circuitos marginales –de derecha e izquierda, de amplitud clasista y etaria- que serán perseguidos, en mayor o menor medida.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario