"Una, que pretende que el kirchnerismo encarnó aquel proyecto político de cambio (de la década del '70) y demostró su inutilidad: como quien dice menos mal que perdieron, ahora pueden gobernar y miren lo que hacen. La otra, que centra –que sigue centrando– la lectura de esa época en la violencia política. Es otra discusión que habría que retomar: el lugar común o cucaracha según el cual la violencia fue el rasgo decisivo de la militancia de los años 60 y 70. Ahí está el nudo del discurso de los militares y los ricos argentinos sobre el período: la forma de disimular, a partir de una verdad evidente, otras verdades tan evidentes como ésa: que, además de militantes armados, había miles y miles de personas que militaban sin armas en sus fábricas, gremios, barrios, escuelas, universidades. Eran los más peligrosos a mediano plazo y, por eso, fueron los más reprimidos, los más asesinados. Pero a los militares y los ricos les conviene una memoria en que la violencia sea la única forma en que se manifiesta la voluntad de cambio real, para demonizar esa voluntad –en nombre de la democracia".
Leé la opinión completa de Martín Caparrós, en Crítica de la Argentina
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