lunes, 5 de octubre de 2009

Periodismo independiente, invento argentino

Por Eduardo Aliverti (En Página 12)

The New York Times, Le Monde, The Washington Post, O Globo, Le Figaro, todo lo que en Italia no cooptó Berlusconi y lo que sí, las publicaciones uruguayas, chilenas incluso, tienen un “contrato” histórico con sus consumidores por el cual advierten no sólo que hablan desde equis lugar ideológico, sino que en procesos electorales o frente a episodios específicos dicen editorialmente con quiénes juegan.

¿Qué diferencia hay con la obviedad de para quién tuercen sus informaciones y opiniones Clarín y La Nación, por caso? Es cierto: semántica, ninguna. Pero ética, sí. Quizá se trate de otro estilo de cinismo. Sin embargo, el periodista interpreta que hay un mínimo respeto por ciertos códigos elementales del ejercicio de la profesión, que consisten en dejar cristalino el sitio desde el que se dice tal o cual cosa. No aparecer arrastrados, en una palabra.

Si tomamos nota de esas firmas y esas voces y esas caras que por aquí, abordado el punto de la ley de medios audiovisuales y amparados en la defensa de la libertad de expresión, insisten en hablar de la necesidad de un “periodismo independiente”, hay una distancia marcada con quienes no se permiten usar ese artilugio, esa falacia, esa hipocresía.

Todos sabemos –los que pertenecemos al ambiente y los que están fuera pero no comen vidrio, porque basta con no ser un analfabeto ideológico– que la bestial campaña de prensa en contra de la ley responde a negocios afectados.

¿Qué tiene que ver eso con la dichosa libertad de prensa? ¿Hace falta resguardarse ahí para criticar el proyecto? No. Podrían hacerlo cuestionando aspectos técnicos dudosos e, incluso, fugando hacia delante mediante el señalamiento de cuestiones socioeconómicas, del tipo de cómo apoyará el Estado a nuevos actores mediáticos que sin el respaldo de las arcas públicas no tienen chance de ingresar al mercado. Leé la nota completa en Página 12.

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