martes, 28 de octubre de 2008

La hora de Maradona

Le dieron la conducción de la Selección que está sin rumbo. Tiene que rescatar el juego de la cárcel a la que lo sentenció el negocio. Una esperanza para que la mística del potrero vuelva a vestirse de celeste y blanco. Atrás quedó el modelo Todos atrás y Dios de 9, de Carlos Bianchi


El mejor futbolista de la historia argentina va a dirigir a la Selección. Las jóvenes estrellas actuales del fútbol argentino serán lideradas por Diego Armando Maradona en el camino a Sudáfrica 2010, confirmaron hoy en la AFA, enterrando las versiones que daban por concretada la contratación de Carlos Bianchi para el cargo. Carlos Salvador Bilardo será el manager.

Cuestionado por los resultados de los últimos años de la Selección, detrás de los cuales quedan desnudos los manejos oscuros de la AFA, el presidente Julio Grondona le dio el buzo de técnico al autor del mejor gol de la historia de los mundiales.

La designación generó polémica pero respondió a una deuda histórica. El líder del equipo nacional que se quedó con el Mundial de Argentina 78, Daniel Passarella (la figura argentina en ese torneo fue Mario Kempes), ya tuvo la oportunidad como seleccionador. Ahora le toca elegir y dirigir a los jugadores de la Selección al artífice de la única conquista de la Copa del Mundo en el extranjero de la Celeste y blanca.

A los 48 años, el natural de Fiorito que deleitó con su habilidad al público futbolero del mundo entero se hará cargo de un equipo que hace rato decepcionó al público argentino.

Los desafíos son los mismos de los últimos años: primero, ir al Mundial, lo cual no debiera complicarse con los rivales sudamericanos. Después, volver a salir campeón del mundo.

El sueño difiere del que inspiraron los últimos seleccionadores: el regreso de la mística del fútbol argentino, originada naturalmente en el potrero, a las canchas adonde juega la Selección. Bienvenido el aggiornamiento del superprofesionalismo europeo, pero sin perder la escencia.

Desde que Argentina se quiere parecer a los europeos, desde que se empezó a obligar a los hinchas a sentarse en las canchas, desde que la conducta de los futbolistas en su vida privada pasó a ser más importante que la habilidad o la entrega en la cancha, desde que los dirigentes y los representantes instalaron que las barras bravas tenían la culpa de todo (despreciables por sus métodos, los barras eran un escollo a las transferencias escandalosas que le dan sentido al negocio de la pelota en el este país)..., en definitiva, desde que se retiró Maradona: nunca más la Selección ganó nada.

No va a ser fácil para Diego Armando Maradona recuperar el juego de la cárcel en la que lo metió el negocio. Pero esta es su hora.

Leé Maradó... Maradó... Maradó (La opinión de Mi Borrador)

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