Desde que Carlos Menem instauró las AFJP, el Estado nacional sólo dispuso del 55% de los aportes de los argentinos, unos $48.000 millones. El resto de la caja previsional fue direccionada a emprendimientos particulares seleccionados por las administradoras o a la especulación.
Las AFJP, además de percibir suculentas comisiones por manejar los aportes de los activos, decidieron en qué empresas o emprendimientos invertir miles de millones aportados por trabajadores argentinos pensando sólo en el lucro, lejos de fortalecer un proyecto de crecimiento económico nacional.
Otra opción era destinar esos fondos a construcción viviendas, a obras de infraestructura para aumentar la productividad, a la educación o a cualquier otra alternativa que mejorara las perspectivas futuras del país. También pudo gastarse en sostener el clientelismo electoral de los gobiernos de turno.
Los gerentes del Estado se eligen en elecciones, los de las AFJP son designados para transferir toda la riqueza que puedan a los grupos económicos que deambulan por el mundo rascando la lata hasta romperse las uñas después de vaciarla y segundos antes de volar en busca de mejores oportunidades.
Un poquito de esto y otro de aquello: el destino de los fondos
Títulos de deuda del Estado nacional: $48.126 millones
Títulos de deuda del valores extranjeros: $4.924 millones
Acciones empresas privadas: $8.700 millones
Acciones de empresas privatizadas: $302 millones
Otros papeles empresas privadas: $1.513 millones
Plazos fijos: $7.000 millones
Fondos comunes de inversión: $3.669 millones
Contratos negociables a futuro: $3.453 millones
Fideicomisos financieros: $5.236 millones
Proyectos productivos: $481 millones
Economías regionales: $1.209 millones
Otras inversiones: $9 millones
Cédulas y letras hipotecarias: $59 millones
Fondo de inversión directa: $95 millones
Disponibilidades: $1.409 millones
Total: $86.185 millones
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