La Legislatura de Mendoza fue el centro de un concurso tinellesco. Los diputados y senadores provinciales tuvieron que pelar el falo y discursear para agrandar visualmente el tamaño determinado por la naturaleza.
En la política de la provincia nadie la tiene larga, entonces el concurso en el que se anotaron los actores legislativos fue mucho menos pretencioso: ganó el que mejor disimuló el tamaño.
El premio fue para el falo que se vio menos corto y los simuladores de tamaño se lo robaron a los mendocinos. Son $420 millones a pagar en cuotas por todos los vecinos de esta provincia, además del otorgamiento de superpoderes para Celso Jaque, el dueño del falo más necesitado de simulación de la provincia.
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