domingo, 20 de junio de 2010

20 meses


Cuando Diego Maradona tomó la Selección, la mayoría de la gente quería a Carlos Bianchi en ese cargo, según las encuestas que publicaban los medios en aquellos días. Menos del 30% se entusiasmó con el desembarco del más grande jugador argentino de la historia en la conducción del equipo nacional.

Recién en marzo de este año, gracias al triunfo por uno a cero sobre Alemania en un amistoso disputado en Europa, mermaron las críticas y creció moderadamente la confianza en el técnico.

Pasaron sólo 20 meses desde que Maradona asumió la conducción del seleccionado en reemplazo de Coco Basile. El equipo venía de perder por las eliminatorias con Chile en una actuación vergonzosa que recalentó una crisis interna que se incubaba desde hacía tiempo. En el banco de suplentes de la albiceleste, Diego experimentó una situación desconocida para él en la época de jugador: el equipo no aparecía, perdía partidos y caía peligrosamente en la tabla de las eliminatorias.

Tuvo que ganar el primer partido del Mundial -1 a 0 a Nigeria- para que la ilusión de ganar el Mundial se generalizara en el país. También desde ese día se agazaparon los ponzoñosos injuriadores del Diez, neutralizados por el efecto mundial del equipo "más ofensivo" de la Copa, como lo califican los analistas internacionales del juego reunidos en Sudáfrica.

En la segunda fecha Maradona fue el responsable de que un partido que estaba complicado terminara en goleada. Argentina le ganaba 2 a 1 a Corea del Sur en el segundo tiempo y no generaba peligro en el arco rival, mientras los asiáticos a los pelotazos trataban de ir por el empate.

Fernando Niembro, un referente de los dueños de la pelota, no paraba de pedir a Sebastián Verón desde la pantalla de Telefé. El patido pedía una modificación que pocos, además del técnico, supieron leer: el Kun Agüero reemplazó a Carlos Tévez y en un ratito armó dos jugadas que terminaron en goles de Pipita Higuaín, el goleador del Mundial con 3.

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