sábado, 4 de septiembre de 2010

¡Dios Santo! ¡Viva el hockey!



A los 33 años, en Rosario, ante su gente desbordando las tribunas, Luciana Aymar registró la jugada de todos los tiempos del hockey mundial. Coronó en gol una corrida memorable con la bocha pegada al palo y eludiendo a cuanta jugadora china se le puso enfrente.

Se disfrazó de barrilete cósmico para poner al país en un puño apretado a gritar por Argentina. Tomó la pelota por la izquierda, detrás de la mitad de la cancha, amagó un pase para adelante y de inmediato simuló volver la bocha hacia atrás, con una rival acosándola y otras dos escalonándose para apoyar la marca, mientras otras jugadoras con camisetas rojas tapaban todas las vías de pase.

Apretada contra la línea lateral, sin compañeras para ayudarla y con al menos ocho chinas entre la bocha y el arco rival, Lucha se jugó la individual. Zigzagueó para limpiarse fácilmente a la marcadora más cercana y aceleró el tranco, al mismo tiempo que con una gambeta desairaba a la segunda marcadora.

La tercera oponente que quiso bloquear su paso quedó en ridículo, mientras la arquera trataba de achicarle el ángulo y todas las demás protagonistas miraban atónitas como, cayéndose, Aymar impulsaba la pelota entre las piernas de la guardavallas china hasta el fondo del arco.

Consciente de que acababa de superar todo lo realizado en su brillante carrera, la rosarina se quedó tendida de espaldas en el suelo, tomándose la cabeza con las dos manos, a merced de las muestras de admiración de sus compañeras.

¡Gracias Dios! Por el hockey, por Aymar, por estas lágrimas, por este Argentina 2, China 0.

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