A horas de la presentación de la CGT K del metalúrgico Antonio Caló y el albañil Gerardo Martínez, en Mendoza ni Paco Pérez ni los moyanistas que controlan el aparato de la CGT quieren reproducir la guerra nacional, pero el final de la película no depende de sus voluntades. La alianza con la central obrera le brinda al gobernador paz social y dos votos en la Legislatura.
¿Cómo se reacomodará el sindicalismo peronista de la
provincia, que tenía caciques afiliados a ventanillas distintas desde antes de
la ruptura a nivel nacional? Con la definición de las listas para las
legislativas del año que viene como escenario, los cabecillas moyanistas que
controlan el consejo directivo de la CGT local se plantean hacer equilibrio
para no caerse del esquema provincial del Partido Justicialista, gracias al que
disponen dos bancas legislativas y una Subsecretaría del Ejecutivo, cargos
obtenidos mientras perduraba la comunión entre el jefe de la central obrera
nacional y la Presidenta.
Mientras tanto, los dirigentes locales de los gremios que se
quedaron con el Gobierno K, encabezados por el metalúrgico Antonio Caló y el
jefe de la UOCRA, Gerardo Martínez, jugarán sacar ventaja de esa situación para
posicionarse en las listas provinciales del oficialismo. Situación similar
tratarán de explotar los sindicalistas que no están en uno ni en otro lado,
como el petrolero Dante González (diputado nacional) y el mercantil Guillermo Pereyra (ex diputado
nacional).
La cúpula dirigencial de la CGT de Mendoza encabezada por el
micrero Rodolfo Calcagni se jugó a la suerte del camionero Moyano, aunque sin
expresarse virulentamente contra el Gobierno Nacional, pero dentro del núcleo
duro del poder cegetista provincial no todos se encolumnaron con los
rupturistas. Los influyentes Luis Márquez, secretario general de los
metalúrgicos, y Lucio Quilpatay, de los trabajadores de Frutas Frescas,
avisaron que no serán opositores al kirchnerismo, al menos por ahora.
“No podemos enfrentar al Gobierno que más nos dio en los
últimos 35 años”, esgrimió repetidamente el sindicalista de los peones del agro
mendocino cuando se deliberaba sobre el futuro alineamiento ante la inminente
ruptura de Moyano con la Casa Rosada. La frase nunca fue desmentida en la mesa
chica de las decisiones de las CGT de Mendoza, aunque los condicionamientos de
ser parte del esquema de poder que construyó el camionero en la última década
tuvieron más fuerza en el proceso que el reconocimiento a las ventajas del
movimiento durante el kirchnerismo.
En la conducción de la central obrera provincial tienen peso
importante tres dirigentes que no tienen alineamiento nacional por actividad,
esto es: negocian particularmente los aumentos salariales en Mendoza. Son
Calcagni y el líder de los expendedores de combustible, José Pepe Scoda, y el conductor del Sindicato
de Vialidad, Claudio Díaz, los tres jugados con Moyano, como el titular del
gremio de la Justicia Federal en la provincia, Ariel Príngles, quien responde a
Julio Piumato, incondicional del camionero.
Scoda es senador provincial; Díaz, diputado, y Príngles es
el subsecretario de Trabajo del gobernador Paco Pérez. Desde hace un año, los
tres hacen equilibrio entre su pertenencia al partido de Gobierno y la
conducción nacional opositora de la CGT. Están afuera de la mesa de decisiones
del PJ provincial, pero tanto Scoda como Díaz mantienen excelentes relaciones
con el presidente del partido e intendente de Guaymallén, Alejandro Abraham.
Pérez no quiere verlos cerca y mucho menos ofrecer una foto
con los seguidores de Moyano en Mendoza. En privado, les hizo saber a los
dirigentes gremiales que serán respetados pero con la condición de que se
mantengan en las sombras del oficialismo si siguen alineados con el camionero.
El gobernador enfrenta una compleja situación en la
Legislatura y no se puede dar el lujo de perder los votos del senador y el diputado de la CGT, quienes se
mantuvieron con los pies dentro del plato todo el tiempo desde que asumieron,
en diciembre del año pasado. En lo inmediato, Scoda y Díaz pueden pulsear en la
interna, pero al recinto irán con el oficialismo en todas las batallas
legislativas, al menos hasta que se terminen de poner los candidatos para las
listas de legisladores y concejales de las elecciones del año que viene.
En esa línea, los moyanistas se abstendrán de hacer
protestas que compliquen más de la cuenta al gobierno de Pérez, aunque algunos
gestos le ofrecerán al líder del movimiento obrero llegado el caso de una
movida nacional del moyanismo. Ahora, en caso de que el camionero se presenta
de candidato opositor en la Provincia de Buenos Aires, como suena en los
contaminados corrillos de la política, sus aliados mendocinos deberán barajar y
dar de nuevo.
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