lunes, 1 de octubre de 2012

Peligra el pacto de Paco Pérez y la CGT local que garantiza dos votos K en la Legislatura

En la fina línea que divide los territorios de Dios y el Diablo se mueven los dirigentes cegetistas de Mendoza desde que Cristina Fernández y Hugo Moyano se declararon la guerra. En la central obrera oficial de Mendoza se produjo un cisma de menor intensidad pública que el ocurrido en el movimiento nacional, pero real.


A horas de la presentación de la CGT K del metalúrgico Antonio Caló y el albañil Gerardo Martínez, en Mendoza ni Paco Pérez ni los moyanistas que controlan el aparato de la CGT quieren reproducir la guerra nacional, pero el final de la película no depende de sus voluntades. La alianza con la central obrera le brinda al gobernador paz social y dos votos en la Legislatura.

¿Cómo se reacomodará el sindicalismo peronista de la provincia, que tenía caciques afiliados a ventanillas distintas desde antes de la ruptura a nivel nacional? Con la definición de las listas para las legislativas del año que viene como escenario, los cabecillas moyanistas que controlan el consejo directivo de la CGT local se plantean hacer equilibrio para no caerse del esquema provincial del Partido Justicialista, gracias al que disponen dos bancas legislativas y una Subsecretaría del Ejecutivo, cargos obtenidos mientras perduraba la comunión entre el jefe de la central obrera nacional y la Presidenta.

Mientras tanto, los dirigentes locales de los gremios que se quedaron con el Gobierno K, encabezados por el metalúrgico Antonio Caló y el jefe de la UOCRA, Gerardo Martínez, jugarán sacar ventaja de esa situación para posicionarse en las listas provinciales del oficialismo. Situación similar tratarán de explotar los sindicalistas que no están en uno ni en otro lado, como el petrolero Dante González (diputado nacional)  y el mercantil Guillermo Pereyra (ex diputado nacional).

La cúpula dirigencial de la CGT de Mendoza encabezada por el micrero Rodolfo Calcagni se jugó a la suerte del camionero Moyano, aunque sin expresarse virulentamente contra el Gobierno Nacional, pero dentro del núcleo duro del poder cegetista provincial no todos se encolumnaron con los rupturistas. Los influyentes Luis Márquez, secretario general de los metalúrgicos, y Lucio Quilpatay, de los trabajadores de Frutas Frescas, avisaron que no serán opositores al kirchnerismo, al menos por ahora.

“No podemos enfrentar al Gobierno que más nos dio en los últimos 35 años”, esgrimió repetidamente el sindicalista de los peones del agro mendocino cuando se deliberaba sobre el futuro alineamiento ante la inminente ruptura de Moyano con la Casa Rosada. La frase nunca fue desmentida en la mesa chica de las decisiones de las CGT de Mendoza, aunque los condicionamientos de ser parte del esquema de poder que construyó el camionero en la última década tuvieron más fuerza en el proceso que el reconocimiento a las ventajas del movimiento durante el kirchnerismo.

En la conducción de la central obrera provincial tienen peso importante tres dirigentes que no tienen alineamiento nacional por actividad, esto es: negocian particularmente los aumentos salariales en Mendoza. Son Calcagni y el líder de los expendedores de combustible, José Pepe Scoda, y el conductor del Sindicato de Vialidad, Claudio Díaz, los tres jugados con Moyano, como el titular del gremio de la Justicia Federal en la provincia, Ariel Príngles, quien responde a Julio Piumato, incondicional del camionero.

Scoda es senador provincial; Díaz, diputado, y Príngles es el subsecretario de Trabajo del gobernador Paco Pérez. Desde hace un año, los tres hacen equilibrio entre su pertenencia al partido de Gobierno y la conducción nacional opositora de la CGT. Están afuera de la mesa de decisiones del PJ provincial, pero tanto Scoda como Díaz mantienen excelentes relaciones con el presidente del partido e intendente de Guaymallén, Alejandro Abraham.

Pérez no quiere verlos cerca y mucho menos ofrecer una foto con los seguidores de Moyano en Mendoza. En privado, les hizo saber a los dirigentes gremiales que serán respetados pero con la condición de que se mantengan en las sombras del oficialismo si siguen alineados con el camionero.

El gobernador enfrenta una compleja situación en la Legislatura y no se puede dar el lujo de perder los votos del senador  y el diputado de la CGT, quienes se mantuvieron con los pies dentro del plato todo el tiempo desde que asumieron, en diciembre del año pasado. En lo inmediato, Scoda y Díaz pueden pulsear en la interna, pero al recinto irán con el oficialismo en todas las batallas legislativas, al menos hasta que se terminen de poner los candidatos para las listas de legisladores y concejales de las elecciones del año que viene.

En esa línea, los moyanistas se abstendrán de hacer protestas que compliquen más de la cuenta al gobierno de Pérez, aunque algunos gestos le ofrecerán al líder del movimiento obrero llegado el caso de una movida nacional del moyanismo. Ahora, en caso de que el camionero se presenta de candidato opositor en la Provincia de Buenos Aires, como suena en los contaminados corrillos de la política, sus aliados mendocinos deberán barajar y dar de nuevo.

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