Celso es el más rechazado de los gobernadores desde 1983
Era obvio que la anunciada cumbre del PJ mendocino convocada para mañana fracasaría -ya fue suspendida oficialmente-. Es que al Ejecutivo no lo desvela la gobernabilidad y el aparato partidario no está en las prioridades de los peronistas que gobiernan.
Celso Jaque no quiere consejos para gobernar y los intendentes no descuidarán sus comunas para oxigenar el PJ. Al gobernador lo único que le importa es que los caciques no lo boicoteen con sus delfines en la Legislatura y a aquellos no les preocupa nada más que la fluidez con la que el Ejecutivo provincial les gira fondos.
El PJ no está en los planes de los peronistas que gobiernan, para decepción de los que no gobiernan pero creen que el movimiento depende de los que si lo hacen. En medio de ese desastroso presente, los dirigentes marginales ganan espacio, avanzan sobre el alicaído aparato y construyen sin más armas que un botiquín lleno de curitas. Suficiente para frenar la sangre de los heridos que quedaron a la deriva de la estrategia del oficialismo partidario.
El presente del PJ es tan insólito como el del Gobierno. Mientras el titular partidario Juan Marchena no logra convocar absolutamente a nadie y Rubén Miranda, intendente de Las Heras derrotado en su departamento el 28 de junio y elegido para suceder a Marchena, amenaza con renunciar a la presidencia antes de asumir si Jaque no cambia la conducción unitaria por el consenso; el sindicalista Roberto Picco se instala internamente exigiéndole al gobernador que vire la gestión y remueva el gabinete en términos mucho menos amables que los usado por Miranda y el resto de los intendentes.
Picco es el secretario general de la CGT regional Mendoza, adonde desembarcó desde el Sindicato de Prensa. Un completo desconocido para el común de la gente, aunque ya lleva años en el sindicalismo y la política, con experiencia en el Modin, de Aldo Rico, entre otras incursiones. Días atrás, el verborrágico sindicalista pidió la renuncia de Alejandro Cazabán, mano derecha de Jaque, sentado al lado del ministro de Gobierno Mario Adaro, durante uno de los actos de una seguidilla que continuará en distintos departamentos.
¿Alguien cree que Celso Jaque va a someterse de cuerpo presente al escarnio a esta altura de la historia?
Si gambeteó la autocrítica, repartió las culpas entre el partido y los intendentes y ratificó el rumbo de su gobierno (aislado y solo) durante los días siguientes a la aleccionadora derrota electoral del 28 de junio, ¿por qué Jaque se va a poner de blanco ahora?. Si no llamó al consenso de su partido para seguir gobernando cuando la sociedad se lo demandó en las urnas, ¿por qué lo va a hacer a dos meses, cuando una encuesta a la que le creen en la Casa de Gobierno le da sólo 10% de imagen positiva?.
El gobernador sabe que no tiene retorno, si había alguna chance de revertir la consideración popular sobre su figura y su gestión tras las elecciones ya se esfumó. Entonces, ¿para qué va a cambiar ahora? Sabe que no tiene reelección y recuerda que hasta el gobernador mejor considerado por los mendocinos mientras mandaba cayó sin retorno tras el retiro obligado por la Constitución a los cuatro años.
Jaque confía en el compromiso con la institucionalidad que distingue a la clase política mendocina, según lo ha instalado la misma dirigencia y los grupos de poder que la sostienen. El gobernador cree que son ciertos las verdades reveladas de todas esas construcciones gramaticales que se usan acá para designar elegantemente a los negociados y pactos rentables que evitaron desde 1983 que un gobernador atravesara una crisis de gobernabilidad que amenazara la finalización anticipada del mandato. La diferencia es que ninguno de los mandatarios que en el pasado debieron negociar gobernabilidad en la legislatura tenían tanto rechazo de la gente, cosa que el mandatario actual no cree que determine cambios en la conducta dirigencial.
En fin, Jaque sabe que no hay reconciliación posible con la gente y sabe que esa es su principal arma para llegar al 2011, sin modificar su plan ni conceder poder de decisión sobre el destino de los presupuestos que le quedan por ejecutar. Más allá de arrebatos individuales, a la oposición no hay nada que le convenga más que el gobernador llegue a 2011. Y si habían dudas, Julio Cobos las despejó saliendo a retar públicamente a los legisladores propios que amagaron con iniciar un juicio político al gobernador por el fabuloso escándalo que desató la cesión de $315.000 por parte del gobierno a una empresa que organizó un recital de los Cadillacs.
Jaque sabe que tiene un seguro para los próximos dos años, haga lo que haga, por eso no le preocupan los efectos inmediatos de sus acciones, su verdadero interés está puesto más adelante, cuando estará lejos del gobierno, del PJ y de la consideración popular.
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